10.5.10

Diste todo, pero todo lo que das... regresa.

¿Qué quieren los hombres?
Una despierta a la mañana, esa fría y tibia a la vez mañana, agradecida por tan solo el hecho de haber nacido mujer, el llamado sexo débil (no estoy de acuerdo con esta definición), excepto por un par de cuestiones las cuales voy a dar a conocer:
1. Menstruación, seguido de “dolorsitos” menstruales;
2. depilación seguido de irritación y dolor;
3. kilos de más, seguido de una fuerte discusión con la vendedora del local, por el puto talle único, o por el 36 que te traen sabiendo que sos un 40;
4. vivir en un sistema el cual te refleja inferioridad ante el sexo masculino, lo que produce día a día más y más rencor, y todo termina así, en un capítulo de mujeres asesinas, ¡y si! ¿sabés qué? Me parece perfecto lo que haces, si, vos, que te comes esa cadena perpetua, me parece perfecto que le hayas clavado 2 o 47 cuchillazos en el pito, y si, no vale mentirse, una en su lugar hubiera hecho lo mismo y en vez de 47, le hubiera dado 48 si hubiese podido;
5. y volviendo al caso de las pequeñas cuestiones, está la de tener una criaturita en el útero (osea, todo bien, yo tuve que venir de ahí, la de la cigüeña no me la comí nunca), seguida de vómitos, mareos, contracciones, antojos,(véase “kilos de más” para comprender), todo esto por nueve meses, y si este engendro sale “machito”, seguro, el hijo de puta se va a encargar de hacer mierda a una mina, a una pobre mina, que seguramente si volvemos al punto cuatro, desemboca todo en una gran psicosis, en un estado de locura total , y si sos mujer, lees esto y te sentís identificada, me alegro por vos, no sos la única loca, y si no, todo bien, te adaptaste a una sociedad machista; y si sos hombre, date cuenta que sos bastante porquería cuando de vez en cuando, siempre.

Una les da la vida, ¿y qué te devuelven? Una larguísima y repetitiva charla por horas, por días, por meses, y en algunos casos por años, con ellas, con tus pobres amigas, cansadas de escuchar lo mismo, lo que ya se sabe: los mismos iterativos mensajes (porque al muy forro nunca se le va a ocurrir algo nuevo, igual, no pidamos más, porque no les da tanto el bocho); lo mismo de: me dijo, le dije, nos dijimos… y ahí es el momento, el momento justo, (yo no sé, tienen el nocivo arte de cagarte todo en el momento más adecuado), en el que entra la “puta” la famosa puta (véase: mina que está al pedo total y busca “diversión, o mejor dicho, joderte la vida; ex que se le da por joder las bolas, pero muy jodidas; o una cualquiera que se aparece justo en el momento en el que todo “iba perfecto”, y no, “perfecto” no, pero todo siempre iba mejor sin una putita dando vueltas), a la que todas tus amigas empiezan a odiar por y con vos, sienten tu bronca, tu ira, y si te la llegaras a cruzar, aclamarían que le acomodes un poco las ideas revolucionarias que tiene en esa vana cabeza. Y ahora sí, ahora es el momento en que me doy cuenta que nunca voy a poder hacer el papel de puta, de ex, de todo; en cambio, tengo tanta suerte, que soy la que pierde siempre; y todo esto por un pendejito que se la da de latin lover, y no es nada menos que un goma total. Goma total, por el cual derrocho kilos y kilos de helado, (véase nuevamente Punto 3), y la puta madre, todo te hace engordar che, estás mal, y yo, por lo menos, necesito comer, necesito a mi fiel ¼ de helado. Y es así, hay que tenerles compasión, el “no saber que querer” se da frecuentemente en las personas. Juro que trato de entenderlos, pero de repente se va todo al carajo y una se queda pensando peor de lo que pensaba antes, osea el doble, y en otros casos, el triple, cuádruple, quíntuple, y se me quema el bocho tratando de entenderlos. Las ganas de darles un sopapo y que escupan ese nefasto histeriqueo, de que si, de que no, de que me hago el interesante. ¿¡Pero qué te me hacés el interesante y te hacés el que tenés minas, si no te levantás ni a la mañana, y a la única pelotuda acá que se le dio por darte bola fui yo y todas esas putitas que te dan bola lo hacen porque son putas, a ver si entendés el concepto de puta, pe u te a, puta, y yo te di bola porque soy una pelotuda, si re pelotuda, pelotudísima!? Me tenés que agradecer, te hice sentir importante, y fui tremenda pelotuda (de nuevo), lo sé, pero todo sea por darte la bola que nunca se me ocurrió darte pedazo de… se me está yendo todo al carajo, bajo un cambio.

Ahora es el momento en el que una recapacita, acepta, y da por entendido que está mejor sola, una con su soledad, la soledad con una, en vivo y en directo; pero la pregunta sigue en vigencia, ¿Qué carajo quieren los hombres? Okey macho, ya basta, ya no te quiero dar más bola, no. Ahora no vuelvas y dejame de joder, si hace un rato estabas “tan confundido”, o tan caliente con la otra, para hacértela corta; está bien, macanudo, aprendí a superar esa decadente etapa en la que estaba con vos; así que ahora andate con cualquier negrita caca que se te cruce en el camino, o con cualquier petardera que encuentres en cualquier rondita de amigos. A mi dejame tranquila, el helado y yo estamos bien sin vos y sin tu “piratera” (mal redactada) presencia. Como dice el dicho: “Mejor con un medio kilo de helado que con vos, y los problemas que me traes”. Y si, ¿qué queres?, me hago la cabeza, me la re hago, pero si le metés al histeriqueo, ¿cómo mierda querés que no me confunda?

Y es el preciso momento en el que todo vuelve al círculo vicioso, a ese círculo por el que te creías re capa y pensabas que lograste salir, pero no, todo era una cortina de humo, y ahora que el humo se fue, te querés matar, quedaste nocaut; y el amor es así, y lo peor es que ni siquiera se sabe si es amor, pero la pregunta que recuadra a todo lo que se trató, seria… ¿Qué carajo es el amor para vos?